miércoles, 19 de febrero de 2014

«El precio», de Anna Rossell

Ejecución de niñas y mujeres judías en Liepaja, Letonia, 15 de diciembre de 1941

 

Estudio, selección y notas de Carlos Morales.
(En preparación) 

Anna Rossell
(1951)
El precio
Traducción de Anna Rossell
           



A qué precio paga un segundo el alma
para lograr un día más de vida?
Los cuerpos desnudos de los míos llenan
mis noches, llenan mis noches los gritos de los cuerpos
desnudos, el pánico de tantos al acarar la muerte, el burujo
de cadáveres de ancianos, niños y mujeres, la ceniza
que me bebe la piel a cambio de un segundo más
de vida.

Y sin embargo no quiero seguir vivo
cuando esta pesadilla haya acabado.
Aquí me he conocido, y ya nunca, ni yo ni nada, volverá a ser
como antes.

¿A qué precio paga un segundo el alma
para lograr un día más de vida?

***

A quin preu paga l’ànima un segon
per seguir vivint un dia més?
Els cossos nus dels meus m’omplen
les nits, m’omplen les nits els crits dels cossos
nus, el pànic de tants davant la mort, el garbuix
de cadàvers d’ancians, dones i nens, la cendra
que em beu la meva pell a canvi d’un segon
de vida més.

I tanmateix no vull seguir vivint
quan aquest malson s’haurà acabat.
M’he conegut aquí, i ja mai, ni jo ni res, tornarà a ser
com abans.

A quin preu paga l’ànima un segon
per seguir vivint un dia més?


De su libro
El verger dels bedolls
El vergel de los abedules
(Inédito)

 Grandes Obras de 
El Toro de Barro
Carlos de la Rica,"Yad Vashem” Col. «Biblioteca Internacional del Holocausto» Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales Ed. Tarancón de Cuenca, 2000. PVP 8 Euros. edicioneseltorodebarro@yahoo.es
Carlos de la Rica,"Yad Vashem”
Col. «Biblioteca Internacional del Holocausto»
Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales Ed.
Tarancón de Cuenca, 2000.
PVP 10 Euros.
Carlos de la Rica,"Yad Vashem” Col. «Biblioteca Internacional del Holocausto» Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales Ed. Tarancón de Cuenca, 2000. PVP 8 Euros. edicioneseltorodebarro@yahoo.es

















sábado, 15 de febrero de 2014

«Inercia», de Jaime Vándor...



Estudio, selección y notas de Carlos Morales.
(En preparación) 

Jaime Vandor
(Austria, 1933 – España, 2014)
Inercia

                  

En la pista de los Finzi-Contini
un mundo decadente juega al tenis.
Tras la ventana un sabio ignora perseverante
las piezas que su razón no consigue encajar.

Otros jugadores cabildean tras las tapias
un mundo emergente se apresta a ganar la partida
con diligencia sapos helados paren edictos.
¡Los libros son mofa, profesor! Engañosa coraza.

Despertad, muchachos, coged las bicicletas,
no son tiempos de ropa blanca impoluta.
Pelota va, pelota viene, out... –y de la tormenta
¿nada os susurran la red y el horizonte?

Que prevalezca el  apego a la vida sobre
la renuncia a contaros con los menos exquisitos,
vuestro destino os enfardará en el mismo paquete
esbeltos lirios cercenados con la común caléndula.

Clase con medios para ponerse a salvo,
inteligencia, saber, pero no llaneza, sensatez.
¿Es orgullo lo que os tiene clavados? ¿Fuerza interior?
¿Un honor demodé? ¿Peso y fatiga de siglos?

No os amparan los muros de la mansión señorial,
por ahí ladran: ¡olvide, señor, los visillos y la  cultura!
Micòl, Micòl-Dominique, niña, a qué estás jugando,
otra raqueta te lanzará al set de los desechos.

Afuera enfilan vagones y cielos rojizos,
hedor y ceniza sobre aldeas polacas –
talleres acelerados cosen uniformes del Fascio,
la Ferrara desafecta se resigna a volver el rostro.

... Callan las bicicletas apoyadas en la tapia
la servidumbre prepara el té con el esmero habitual.
en las pistas de los Finzi-Contini
un mundo decadente juega al tenis.


Otros poemas de Jaime Vándor


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© De los poemas, Jaime Vándor
© De Negra leche del alba, El Toro de Barro.  
 En caso de reproducción, rogamos se cite la autoría.




























miércoles, 12 de febrero de 2014

«El cuarto soleado», de Elsa Langer




Elsa Langer
(Alemania, 1933)
El cuarto soleado





Dónde nació mi tristeza.
Entre las vastas paredes amarillas
de un alto y soleado cuarto
sólo miro los trenes.
Entre los árboles acurrucados y oscuros,
allá en la parte baja,
los horizontes están lejos, lejos,
y los trenes vienen,
pero el mío no viene.
El mío, ese de madera y hierro negro,
el que cruje caliente,
el que lleva dentro una mujer
vestida de negro.
La colcha blanca me tapa,
las voces tiernas me duermen,
pero el tren no viene.
No viene,
la escalera no tiene los pasos que quiero,
el tren no viene.
El sol blanco, mi vestido blanco,
la ciudad dormida, mi colcha blanca y las voces tiernas
pero mi tren no viene.
Mi madre no viaja y su vestido es negro,
mis rizos son negros.
Mis lágrimas en noches blancas, en colchas blancas
me sellaron de tristeza
porque el tren no viene
y no vino.
Desde entonces espero con ojos llenos de lejanías
con oídos sordos pero atentos a los pasos y a los trenes.
Mi alma se transformó
en un cuarto soleado y desolado,
blanco de vacío
con voces tiernas
sin trenes y sin pasos.
La tristeza de mi espera
los infinitos horizontes de los mares
no ha podido ahogar.



martes, 4 de febrero de 2014

«Los rostros», de Margalit Matitiahu

Estudio, selección y notas de Carlos Morales.
(En preparación) 


Margalit Matitiahu
 (1935)
Los rostros
 (Traducción de Carlos Morales y Margalit Matitiahu)


A

En mis ojos los años se tornan transparentes
señalan al lugar donde viven los rostros
que van corriendo y dejan
recuerdos empeñados.

Como música y aromas
de un manantial ascienden las figuras
y se enganchan a un ejército
de enloquecidas sirenas.


B

Tía Dudun y Tía Lea
sentadas en el cortijo de la casa
esperan que la sombra de la esperanza
las abrigue otra vez.

En los cabellos de Tía Dudun
se conserva el silencio
como furia desatada.

Los gatos en el cortijo
con rasguños de oraciones
arrancaban la rabia de Tía Dudun
y ella quitaba el pan de su pecho
y les daba de comer como si fueran
los hijos que en su vida nunca tuvo.


C

En el cuerpo de Tía Lea
se rindió la razón
y se perdió la hermosura.

Tenía cerrada la boca
mascaba las palabras en silencio
sin saciar su hambre

En sus ojos empañados aún vivían
los cortijos de Salónica
y una mano emergía de su espalda doblada
y detenía los sonoros bastones de la muerte.


 

D

Tía Diamante y Tío Shabtay
caminaban el uno tras la luz
del otro, deteniéndose.

Tía Diamante reavivaba con su voz
los palacios del sultán Hamid,
y al son de sus cantos
aparecían los rostros.

Pero cuando el aire de Petah-Tikva
la envuelve como a un campo de vides,
aprende de nuevo que de Salónica a Izmir
la memoria es sólo todo cuanto queda.

 
E

El uso y las redes correteaban
en las mañanas del Tío Shabtay
el dolor y la tristeza
espejos se tornaban en su vino,
los cortijos de su juventud perdida en Salónica
quedaron grabados en su rostro
como la abandonada amante
que le siguió
hasta la muerte.



 
F

A  Yudachi Bahar el viejo
le llamaban "el hombre del Kanape"
y su mano se apoyaba en un bastón.
Entre la blancura de su barba y su bigote
palabras de oración su boca murmuraba.
Cuando desataba su ira
sus labios se ponían a temblar
y desaparecían las sonrisas de los nuestros.


De la antología
(El Toro de Barro, Tarancón de Cuenca, 2001)

 Grandes Obras de
El Toro de Barro
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”, Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”
Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
Tarancón de Cuenca, 2002.
edicioneseltorodebarro@yahoo.esPVP 10 euros.
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”, Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.