Gueto de Lozd
El pueblo francés que salvó a miles de niños judíos
Pablo Gugel
En medio de la barbarie que asolaba a
toda Europa durante la Segunda Guerra Mundial, un oasis emergió en el este de
Francia: Le Chambon-sur-Lignon, una pequeña y aislada población en la región
del Alto Loira, cercana a la frontera con Suiza, que sirvió como refugio de una
importante comunidad de protestantes tras la persecución del siglo XVIII y que
acogió y salvó a 5.000 niños judíos que huían del exterminio nazi. Debido a su
pasado, los habitantes del lugar tenían debilidad por aquellos exiliados que habían
corrido su misma suerte y realizaron un esfuerzo colectivo por recibir, no solo
a judíos, sino también a republicanos, y hasta Albert Camus pasó una temporada
allí.
El líder de la resistencia fue André
Trocmé, un pastor protestante muy influido por Gandhi que junto a su mujer
Magda se encargó de la educación en aquel pueblo y lideró la oposición a la
Alemania nazi. Trocmé conoció las ideas del nazismo pocos años antes y se
encargó de prevenir a la población del mal que acechaba y había visto con sus
propios ojos con el objetivo de que no se dejasen seducir.
En este contexto se sitúa «Los niños de
la estrella amarilla» (HarperCollins), la nueva novela del historiador Mario
Escobar, un homenaje al «poder de la gente corriente» y «a la fuerza pacífica»,
que narra la historia de Jacob y Moisés Stein, dos niños judíos cuyos padres
son conocidos dramaturgos alemanes escondidos en la Francia libre, que viven
con su tía en París hasta que se desata una gran redada que les obliga a huir.
Al escapar son atrapados y enviados al Velódromo de Invierno, lugar de
reclusión previo a los campos de concentración, pero consiguen salir de allí e
inician un peligroso viaje por toda Francia que acabará con su llegada a Le
Chambon-sur-Lignon.
La novela abarca uno de los capítulos
más negros de la historia de Francia, el régimen colaboracionista de Vichy que,
incluso hoy en día, se tiende a ocultar. Al respecto, el francés Philippe
Joutard, experto en historia religiosa que acompañó al autor en la presentación
del libro, advierte que es más complejo de lo que parece: «Colaboraban porque
pensaban que los nazis iban a ganar y querían estar del lado del vencedor.
Aunque es cínico, nadie es realmente blanco o negro. En Francia ha habido gente
que empezó siendo colaboracionista y luego acabó en la resistencia ayudando a
judíos».
Escobar utiliza esta novela para
denunciar que el caldo de cultivo actual comienza a recordar al de tiempos
pasados. «Vivimos en un siglo XXI con acontecimientos recientes similares:
agudización de los nacionalismos, división de fronteras, aumento de los
populismos, una grave crisis económica que ha minado las bases de la
democracia, y un incremento del racismo y del antisemitismo», asegura, y
continúa con varios ejemplos: «Hay países como Hungría que están haciendo
listas de los judíos y en la propia Francia el líder de un partido de extrema
derecha defendió que no había existido el Holocausto y su hija en estas
elecciones ha dicho que el país no colaboró con las autoridades alemanas». Un
comportamiento opuesto al de la sociedad de Le Chambon-sur-Lignon –«una
generación que aprendió la lección y no volvió a repetir la historia»– que en
su opinión se produce por la desigualdad que ha provocado la globalización.
«Hemos creado un mundo en el que la desigualdad es un buen negocio», afirma.
Para Joutard, el conflicto tiene una
solución muy clara: no encerrarse en uno mismo y enriquecerse en la relación
con el otro, no ser exclusivo sino inclusivo. «El problema actual viene de la
oposición entre la cerrazón y la apertura al mundo. Replegarse es la muerte,
como lo era el nazismo. Lo que hemos aprendido de Le Chambon es que no hay que
oponer la familia, la nación y el mundo. Podemos ser muy patriotas, muy
europeos y muy cosmopolitas a la vez», declara.
En la misma línea se expresa Escobar:
«El nacionalismo siempre es excluyente. Es decir ‘‘yo soy así y hay una
frontera en la que no puedes entrar’’, y el patriotismo propone ‘‘yo amo lo que
soy pero quiero compartirlo contigo’’». Por eso, ambos coinciden en que los
habitantes de Le Chambon-sur-Lignon dieron una auténtica lección de
patriotismo.
(Leer más: El pueblo
francés que salvó a miles de niños, de Pablo Gugel, en Diario La Razón)
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En un dramático–y real– camino de retorno, algunos de los 130 niños que sobrevivieron a Auschwitz viajaron de nuevo al escenario de aquel apocalipsis con un grupo de estudiantes israelíes de secundaria, en el que se encontraban sus hijas. El encontronazo de dos generaciones distintas con aquella memoria de dolor provocó una gigantesca catarsis individual y colectiva, cuya historia fue narrada por la psicóloga infantil Amela Einat en La cicatriz del humo, Esta novela coral pone de manifiesto las diversas formas de experimentar la presencia real de aquella tragedia en todas las generaciones del Israel contemporáneo, de cuyas patologías Amela Einat es una reputada e innovadora especialista
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