Salvador Negro
(España)
Esther Stein tras
un plácido sueño en AuschwitZ
L
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as uvas
frías, el Champán,
a
sábana de seda, la amapola
que
dibujan los posos de ceniza,
restos
de maquillaje en la gramola.
(no quiero despertar...)
Desayuno
la luz
caliente de los pájaros
que aún
no despertaron
y en
sigiloso vuelo
dan
color a la aurora
Ahora me arrepiento
de todas
las palabras
en que
yo misma
creé el
infierno,
de todas
las palabras
que
esperan un milagro,
de todas
las memorias abrasadas
que
fueron una vez
animales
salvajes,
de toda
la espesura de mi cuerpo
lentamente
molido para que
muera
lo justo para conservar
una
gota de vida,
de todos
los capítulos
en que
tuvo el final
la
verdad que no tuvo el principio.
Padre, madre, ausentes
dioses
del corazón, tan confundido,
germinal
llama de niñez,
venid a
verme,
posad
en mi ataúd las manos blancas.
Ahora puedo decirlo, escribo
alucinada
por la soledad;
ya mi
palabra
es
palabra de madre
que
despide a los hijos
que no
ha visto nacer,
y
crujen
sus
dientes en la sombra;
estoy
atravesando
el mar,
casi ya
llego, casi
ya
llego y me lo arranca
de las
manos el viento
En esos hijos
que
nunca tuve pero siento
la
fuerza de mis propias manos
Ahí
está mi futuro:
pasos,
leche
como la
leche agria de los huérfanos,
como la
leche
de los
campos de esclavos,
todo
exprimido,
jugo
del
trigo negro de los senos,
jugo de
las tenazas y el alambre
listos
para abortar.
En este mundo
ahora
1941,
marzo, frío
sobre
los pies descalzos, sangre
de la
placenta sin su flor,
la
nieve
cae
sobre mi sien de virgen
mientras
los cuervos limpian
la
ceniza del foso;
traen
las
madres cada noche
a sus
hijos envueltos
en
cortinas que un día
envolvieron
cadáveres.
Esto
fue orden del fuhrer,
orden
suprema, exacta,
nos han
dicho los ojos
precisos
de las sogas.
Esto que está doliendo
dolerá
sin saberse,
dolerá
desde donde
nadie
sabe que existe,
no
dolerá tan solo
como
algo en la memoria,
dolerá
en cada beso
y en
cada pie desnudo
y en la
raíz del amor
Dolerá,
solo eso.
Grandes Obras de
El Toro de Barro
PVP: 10 euros Pedidos a:
edicioneseltorodebarro@yahoo.es
|
En
un dramático–y real– camino de retorno, algunos de los 130 niños que
sobrevivieron a Auschwitz viajaron de nuevo al escenario de aquel
apocalipsis con un grupo de estudiantes israelíes de secundaria, en el
que se encontraban sus hijas. El encontronazo de dos generaciones
distintas con aquella memoria de dolor provocó una gigantesca catarsis
individual y colectiva, cuya historia fue narrada por la psicóloga
infantil Amela Einat en La cicatriz del humo,
Esta novela coral pone de manifiesto las diversas formas de
experimentar la presencia real de aquella tragedia en todas las
generaciones del Israel contemporáneo, de cuyas patologías Amela Einat
es una reputada e innovadora especialista
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